Una colección de cáñamos mallorquines de principios del siglo XX es el punto de partida de la línea de trabajo que he seguido durante los últimos meses.
Tejidos que han llegado hasta nuestros días en forma de herencia se reinventan en tapices contemporáneos para seguir contando una historia, la de las manos que los tejieron, la de las familias que los vivieron y desde hoy, la mía.
Un proceso de transformación que responde al propósito de transmitir un legado y al de poner en valor el trabajo manual, su humilde irregularidad y su delicada sobriedad.